La polémica entre La Revuelta de Broncano y El Hormiguero de Pablo Motos ha desatado una guerra dialéctica y mediática que pone en evidencia prácticas opacas y nuevas formas de conectar con el público.
Judith Victoria Cherquis
La semana pasada, el mundo televisivo español se vio sacudido por una bomba que explotó en el Teatro Gran Vía de Madrid, desde donde se graba el programa diario de Broncano, La Revuelta.
La bomba se venía gestando desde hace tiempo, según explicó David Broncano. Muchos lo sabían, otros lo intuían, y la mayoría se enteró el jueves pasado de posibles prácticas opacas en el mercado de la competencia televisiva por parte de El Hormiguero.
No hemos vuelto a tocar el tema en INFOPERIODISTAS aunque todos los medios, periodistas, editores y editorialistas, allegados, público, trolls, haters, vecinas del portal de al lado, boys and girls scouts se pasaran la semana aportando opiniones y ampliando la brecha.
Podríamos haber dicho algo el lunes pasado, primer día de emisión de sendos programas “post-bomba”. En ese momento, el asalto (como si esto fuera un combate de boxeo de varios asaltos, ya veremos cuántos) lo ganó Broncano en materia de rating. Hizo comentarios al respecto, obviamente, con su estilo de “no me ofendo, sino que me río y gestiono humor de esto”. Esa es su arma secreta, de hecho.
Una semana de guerra (ya podríamos volver a la normalidad)
El Hormiguero, por su parte, como sabe todos quienes siguen este asunto (y los que no, no estarán leyendo esto, claro), hizo una descarga seria de unos cinco minutos al final del programa del lunes con una apuesta por ser ellos los agraviados. El famoso “ofendidismo”, que no está resultando muy rentable últimamente, al menos en este caso.
Una de las ideas en la dialéctica de Motos durante esa exposición fue “con la que está cayendo”. La referencia era a la DANA y a la tragedia desprendida de esta catástrofe que venimos viviendo todos los españoles desde hace ya un mes.
Es verdad que, al lado de dicho drama, nada tiene sentido y menos, dos humoristas/cómicos/comunicadores o entertainers.
Pero es trampa usarlo como excusa cuando y, a pesar de ello, “el mundo siguió andando” (como dice el tango) y con él cada uno en su labor. También Motos.
Solo si la premisa fuera “ver a Motos o a Broncano, o ir a colaborar con los damnificados de Valencia”, la frase tendría sentido. Si no, es mera manipulación.
Discurso viejuno
Tentada estuve de hacer un pormenorizado análisis del discurso de Motos, punto a punto, porque no tiene pérdida. Lo de “todos lo hacen” es otro arcaísmo que le perjudica. Es cierto que muchas veces se caen entrevistas. Quien escribe esto ha sido productora de radio, y ese momento es tremendo. Pero una cosa es que se caiga y otra es que no se caiga con el entrevistado listo para salir a escena y la competencia ejerza su fuerza para que ello no ocurra.
Sin llegar a tanto, el “esto suele ocurrir” es una justificación tan arcaica que da pena ver cómo Motos le da en bandeja a Broncano la opción de destruirla con una sola frase, sin demasiada elaboración…“de taquito”, que dirían los futboleros. El equipo de La Revuelta optó por el ejemplo de “la esclavitud también era algo que solía pasar” y agregaron a la cabra que tiraban de los campanarios hasta hace poco tiempo.
Dos elementos fundamentales:
- Si El Hormiguero cuenta con un jefe de comunicación y estrategia, habría que recomendarle que estudiara mejor a Broncano si pretende ganar la pelea dialéctica. Los tiempos cambian, y aunque los métodos puedan seguir siendo opacos, sería necesario aggiornarlos y mejorar el discurso. Su vasto público quiere sentirse, además de colmado por el entretenimiento que ofrece El Hormiguero, orgulloso de su presentador admirado, y no verlo como un espécimen caduco en materia de criterio. Esto pasa mucho cuando uno está muchos años en la cresta de la ola. Pierde conexión con la calle y no la ve venir.
- ¿Cómo es que el equipo de Jorge Martín, si efectivamente tenía un contrato de exclusividad con El Hormiguero, cometió este enorme error? (Si es que fue un error, claro está).
Y ahora la guinda del postre:
Ayer, finalmente, Jorge Martín, el invitado por el que se pelearon los programas la semana pasada, el que estaba listo en camerinos esperando salir a escena en el Teatro Gran Via el pasado jueves y no salió, fue al programa de Motos, según estaba previsto. Estos son los datos de audiencia:
- El Hormiguero tuvo 13.5% de share y congregó una media de 1.816.000 espectadores en la noche de Jorge Martín. Más de 4.2 millones de espectadores conectaron en algún momento con el programa
- La Revuelta fue líder en su franja con un 16.4% de share y congregó una media de 2.220.000 espectadores. Más de 5.1 millones de espectadores conectaron en algún momento con el programa. Fue lo más visto del día en televisión.
Finale
Esto no es solo un enfrentamiento entre dos programas o dos estilos de comunicación. Es la muestra gratis, el modelo a escala, de una brecha mucho más grande: una brecha política que nos engulle a todos. Aquí no se ganan ni pierden puntos de rating, perdemos todos. Y mientras tanto, los únicos que salen ganando son los antisistema, los antipolítica, los antidemocracia. Una grieta que puede terminar siendo un agujero negro de la sociedad española tal como la conocemos… hasta ahora.