Desde el inicio de su presidencia en 2016, el valor bursátil de Telefónica se ha diluido a más de la mitad.
José Justo
Telefónica registró un beneficio neto atribuido de 989 millones de euros al cierre del tercer trimestre del ejercicio, un 21,7% inferior en comparación con los 1.262 millones de euros del mismo periodo de 2023. La respuesta inmediata a estos resultados ha provocado una caída en su cotización bursátil.
Bien es cierto que este socavón puede justificarse en parte por el ajuste contable en su filial de Perú, debido a un deterioro del fondo de comercio, pero esto también forma parte del negocio. Y si analizamos las previsiones de crecimiento de la propia compañía para 2024, entorno al 1%, esta cifra nos revela un autodiagnóstico de estancamiento global.
Por áreas geográficas es visible que España y Brasil van medianamente bien, mientras que Alemania va regular y Reino Unido va mal. Un encaje complejo.
Si elevamos la visión a la gestión histórica del presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, gran corredor de maratones, vemos que no sabe hacer lo mismo en la compañía que preside.
Cuando fue nombrado presidente en abril de 2016, la acción cotizaba a unos 9,3 euros y hoy la podemos ver alicaída en el entorno de los 4,2 euros. Es decir, el valor bursátil de Telefónica se ha diluido a más de la mitad. Pese a lo cual, Álvarez-Pallete prometía en 2019 que la acción de la teleco “va a reflejar su auténtico valor”.
Se podría argumentar que, mientras tanto, los accionistas han recibido una compensación parcial vía dividendos. Pero esto que se lo pregunten a CaixaBank, un gran aliado de la compañía, que ha tenido que registrar en sus cuentas un agujero contable de más de 1.000 millones de euros por minusvalías bursátiles. Esta pérdida se ha producido al vender un 2,5% de acciones de Telefónica, que poseía desde hace años CaixaBank. Actualmente, el grupo financiero alcanza un 10% de acciones de la teleco a través de Criteria, su brazo inversor.
Es lo mismo que le pasaría a todo pequeño inversor de Telefónica que decidiera desinvertir una posición histórica de sus acciones. Podría llegar a perder más de la mitad del dinero que invirtió años atrás.
A pesar de celebrar un pomposo centenario de la compañía, de los discursos grandilocuentes del propio presidente y, sobre todo, de los ingentes recursos asignados a partidas de imagen y comunicación, lo cierto es que la figura profesional de Álvarez-Pallete tiene un creciente deterioro entre los analistas más independientes.