Nuevas regulaciones en las ruedas de prensa de la Casa Rosada. Presentamos el «botón muteador», entre otras innovaciones.
Judith Victoria Cherquis
El Gobierno del argentino de Javier Milei, ha anunciado la implementación de medidas destinadas a regular las conferencias de prensa en la Casa Rosada. Estas iniciativas incluyen un «botón muteador» y un sistema denominado «Gran Hermano periodístico«.
Manuel Adorni, portavoz del Gobierno, explicó que el «botón muteador» permitirá silenciar a los periodistas que excedan el tiempo asignado para sus preguntas o interfieran con el personal de prensa del Ejecutivo. Esta medida busca alcanzar una libertad de expresión «en todo su esplendor» (¡¿Quién lo diría?!).
Además, el Gobierno planea implementar un esquema en el cual la ciudadanía podrá votar para decidir qué periodistas habrán de participan en las ruedas de prensa. Sería algo similar al formato del programa Gran Hermano, según fuentes oficiales («There is no business like showbusiness»).
Las nuevas regulaciones también incluirán un código de vestimenta que exigirá traje y corbata para los hombres (¿y falda por debajo de la rodilla para las mujeres?), y se requerirá que los periodistas acreditados tengan un contrato fijo con sus empleadores.
Relación tensa entre el presidente y la prensa
La relación entre el presidente Milei y la prensa ha sido conflictiva desde el principio; como suele ocurrir en los países con democracias débiles o con una merma notable en la calidad democrática.
El mandatario ha calificado a varios periodistas críticos como «mentirosos», «imbéciles» o «corruptos». Recientemente, arremetió contra Carlos Pagni, a quien el presidente Javier Milei hizo un extenso descargo en X (ex-Twitter) en el que lo calificó como «empobrecedor» y «operador». Textualmente:
“OPERADORES DE LA DEVA(luación). Sinceramente me repugnan de modo superlativo todos esos periodistas operadores que se quejan de los salarios en dólares diciendo que eso golpea negativamente sobre la competitividad”.
Meses atrás, Adorni anunció que el acceso a las ruedas de prensa se restringiría a periodistas con experiencia y de medios reconocidos. Además se intentó reactivar una ley de 1944 que obligaba a los periodistas a tener una matrícula otorgada por la Secretaría de Trabajo para ejercer su profesión.
¿Quién estaba en la presidencia argentina en 1944?
Pedro Pablo Ramírez, militar y dictador que gobernó como presidente de la Nación Argentina entre 1943 y 1944 durante la Revolución del `43. Fue además uno de los participantes del golpe de Estado que derrocó al Presidente (democrático), Hipólito Yrigoyen en 1930.
Sin embargo, esta iniciativa fue rechazada por el gremio periodístico, que vio en ella un intento de control sobre el ejercicio libre del periodismo.
La ley de 1944, (derogada hace mas de 50 años) contemplaba la obligación de obtener una matrícula oficial para poder ejercer el periodismo. Esto limitaba el acceso a la profesión a medios pequeños o independientes en favor de los medios más grandes. Todo iría en detrimento de la pluralidad informativa. Ante el rechazo de los gremios y la presión pública, el gobierno retrocedió en su intento de reactivar esta legislación.
Censura en la entrevista con Jonatan Viale
El control de la narrativa oficial no se limita solo a las conferencias de prensa. El 22 de febrero de 2025, durante la grabación de una entrevista con el periodista Jonatan Viale, se filtró en redes sociales la versión no-editada del material original. En ese vídeo se veía al asesor presidencial solicitando cortar la grabación para eliminar una pregunta incómoda (tema relacionado con el $LibraGate). La difusión de estos recortes generó un fuerte debate sobre la transparencia del Gobierno en sus interacciones con la prensa y la manipulación de la información.
El hecho de que la entrevista haya sido intervenida antes de su emisión pone en duda la independencia de los medios y refuerza la preocupación sobre el nivel de control que el Gobierno intenta ejercer sobre el discurso público. Si las preguntas de los periodistas pueden ser eliminadas en la edición, ¿qué garantías quedan para una cobertura veraz de la gestión oficial?
Limitaciones en el Congreso
Durante la apertura de sesiones del Congreso el 1 de marzo pasado, el gobierno de Javier Milei impuso restricciones sin precedentes a la prensa. Los periodistas fueron ubicados en espacios alejados del recinto principal, sin acceso directo al discurso presidencial y, lo más significativo, sin la posibilidad de escuchar el audio en vivo de la intervención del mandatario. Esta decisión generó un fuerte malestar en los medios de comunicación y en sectores que defienden la transparencia institucional.
Las limitaciones no se restringieron solo a la ubicación de la prensa. La transmisión oficial, a cargo de la Televisión Pública, evitó mostrar ciertos momentos incómodos para el Gobierno. Entre ellos, el saludo frío y distante entre el presidente Milei y la vicepresidenta Victoria Villarruel, lo que alimentó las versiones sobre tensiones internas en la cúpula del poder. También se omitieron en la cobertura oficial, las imágenes de legisladores opositores que abandonaron el recinto en señal de protesta. Así como reacciones adversas del público presente ante algunos pasajes del discurso presidencial.
Desde la Secretaría de Comunicación del Gobierno se justificó esta disposición alegando «criterios organizativos«, pero diversas voces dentro del periodismo y la oposición señalaron que se trató de un intento deliberado de controlar la narrativa pública (ya habíamos usado esa expresión, ¿verdad?) y reducir el impacto visual de la falta de consenso político. Otro detalle fue la imposibilidad deliberada de que los periodistas pudieran acceder y entrevistar a los congresistas durante la apertura de sesiones del Congreso.
Este tipo de restricciones a la cobertura periodística en actos institucionales de relevancia nacional no tiene antecedentes recientes en Argentina. Habitualmente, los periodistas pueden moverse libremente dentro del Congreso y acceder sin trabas a la transmisión completa de las sesiones de apertura. La medida adoptada por el gobierno de Milei marca un giro hacia una mayor opacidad informativa, en línea con otras decisiones que han limitado el acceso de la prensa a eventos oficiales.
Las dos preguntas (la primera retórica) son:
- ¿La imitación o copia de medidas, filias y fobias a su amigo Trump (o Elon Musk, que no es lo mismo pero es igual) se limitará a la relación con la prensa o se extenderá a más ámbitos?
Segundo: ¿habrá sanciones y mensajes furibundos de respuesta en la red social X (de su amigo motoserrero Elon Musk) a los periodistas argentinos cuando éstos critiquen a Trump, o sólo se limita a las críticas al gobierno argentino?
Vale la pena aclarar que no tiene que ver con estar o no de acuerdo con la mirada de Carlos Pagni sobre la economía. Los resortes democráticos implican también la posibilidad de manifestar críticas y cometer errores por acción, omisión o mala praxis periodística. Incluso las operaciones mediáticas que en el pasado han promovido y/o destituido presidentes en Argentina y otros muchos países son parte de la democracia. Tal vez la parte menos sana y hasta podría definirse como una aberración.
La parte más patológica del poder de la prensa para enaltecer o derribar al poder político o al económico -o ambos.- se cura con democracia, educación, cultura y tiempo. Ese uso déspota del periodismo suele perjudicar a la ciudadanía en el corto, medio y largo plazo.
Pero hay que mantener esa libertad y aplicar sanciones cuando se trate de una practica sancionable según el código civil o penal… y siempre a posteriori.
No se trata de lo que digan los periodistas, se trata de que se mantenga la libertad de decirlo, sin restricciones. La misma libertad con la que el jefe del Estado se permitió dar a conocer un negocio de criptomonedas que terminó perjudicando económicamente a quienes le creyeron.