Grupo Puig, Europastry, Inmocemento, Cox y sus deslucidas salidas a Bolsa.
José Justo.
Los estrenos en la bolsa española superaran a las exclusiones de valores, por primea vez en 7 años. Lo que sería una buena noticia, no lo es tanto cuando analizamos lo que han significado estos debuts bursátiles.
Si hablamos de que las malas praxis conllevan fracasos, el caso más paradigmático sería el de Europastry. El fabricante de panadería congelada tuvo que abortar su salida al parqué pocas horas antes de que sonara el gong. En este caso, podemos hablar de desmedidos propósitos y actitudes que se podrían situar en la esfera de la codicia. Incomprensiblemente, después de saborear algunos intentos fallidos de salir a Bolsa.
A pesar de contar con un apoyo importante de Criteria, el brazo inversor de la Fundación la Caixa, Europastry no alcanzó la demanda previa necesaria para asegurar el inicio de la cotización. Ahí cabe apuntar que faltó la prudencia en ajustar los precios de salida, sumado a que el presidente, Jordi Gallés, y el consejero delegado, Jordi Morral, deslizaban al mismo tiempo, en el monto global de la operación de salida, importantes paquetes de sus propias participaciones accionariales en la compañía. Esto aportó poca credibilidad y confianza, la que ellos mismos tenían en las subidas de cotización una vez llegadas las acciones a Bolsa.
Caso muy distinto es la salida del Grupo Puig, a principios de mayo. Se trata de una multinacional catalana de fragancias y productos de belleza con un perfil empresarial excelente, que tiene una gestión impecable. Pero en su salida a bolsa sucumbió a una euforia excesiva de aduladores interesados. De otra forma no se entiende que con una desbordada sobredemanda de títulos antes de salir al parqué, la acción empezase a declinar pocos días después.
El pecado bursátil del Grupo Puig no fue de codicia sino, en todo caso, de cierta vanidad. Hoy cotiza con unas minusvalías del orden de más de un 20% sobre su precio de salida. Pero nos atrevemos a pronosticar que su recorrido, a medio plazo y dentro del tono de los acontecimientos bursátiles que se sucedan, puede tener una positiva andadura.
Otra salida a bolsa muy reciente, Inmocemento, el negocio inmobiliario y cementero de la constructora FCC, nos da claves de la nebulosa que hay sobre estas recientes salidas a Bolsa. En sus primeros minutos de cotización ya se desplomaba más de un 10 %. Era la segunda salida anual a parqué en España, después que otros aspirantes, como Bergé, holding inversor de Astara, o Tendam, el grupo dueño de firmas como Pedro del Hierro, Springfield o Women’secret desistieran en su día de sus propósitos bursátiles, quizá muy atinadamente.
Y a consignar el último salto al parqué, el de Cox, que integra los negocios productivos del grupo Abengoa que, por lo menos, ha sabido leer el mal de ojo que asiste a las salidas bursátiles. La compañía ha recortado el tamaño de su oferta pública inicial y ha fijado el precio en la horquilla más baja de su posible cotización, 10,23€. Sobre esta operación es muy pronto para hacer estimaciones.
Sería injusto atribuir el concepto de cierta desmesura de propósitos y hasta de codicia sólo a los empresarios, propietarios o ejecutivos de estas empresas que acarician su interés y pulsión para salir a bolsa. El entorno técnico al que están sometidas este tipo de operaciones, manejado por bancos, fondos de inversión e intermediarios múltiples, ejerce una presión potencialmente desmedida al calor de los altísimos honorarios que se cuecen en este tipo de operaciones.