Claroscuros en la salida a Bolsa del Grupo Puig

junio 18, 2024
Tiempo de lectura: 1 min
José Justo

La operación de salida a Bolsa del grupo Puig, anunciada con fervor por todas las instituciones financieras y todos los medios de comunicación como el acontecimiento bursátil español de la última década, no ha logrado responder a estas grandes expectativas y ha quedado sujeta a bastantes claroscuros.

Sólo con levantar el telón, la ópera no funcionó como debía. El subidón de los primeros compases, se aguaron enseguida y en los días posteriores, a pesar de un apoyo espectacular y mayoritario de entidades financieras y empresas de bolsa hacia este valor, su cotización no ha respondido al anunciado castillo de fuegos.

Vaya por delante que el valor empresarial intrínseco de esta compañía catalana de fragancias y productos de belleza, Puig Brands, S.A, es indiscutiblemente espectacular. Después de más de cien años de historia, su evolución, su estrategia, su crecimiento, su modernidad, sus resultados económicos son encomiables, de manual de gran escuela de negocios. Unido esto, han destruido el mito de que la tercera generación de las empresas familiares son las que conllevan el declive. Aquí ha sucedido exactamente todo lo contrario. La calificación del grupo Puig es netamente excelente desde muchísimos ángulos.

Pero su salida a Bolsa, a pesar de que toda la Corte Financiera solo ha exultado rendidos y unánimes agasajos, no ha estado a la altura de la situación. Y el punto débil, por demás bastante innecesario, es vender el 28 % del capital en bolsa, pero querer mantener el control de la casi totalidad de los derechos políticos o de voto de esta participación en el capital. Una maniobra jurídicamente torticera que contradice la praxis más elemental del rigor capitalista al uso.

Algún analista recuerda que otra gran empresa familiar, la Zara de Amancio Ortega, cuando salió a bolsa, no implementó ningún malabarismo provinciano. La parte que tiene opción a entrar en el capital de una empresa, se le ofrecen también los derechos económicos y políticos que le corresponden. Ni que sea para que una vez al año, en un reducto tan poco democráticamente abierto y con absoluto control, llamado Junta General de Accionistas, alguien pueda opinar algo.

Por lo demás, a título no tanto anecdótico, cabe apuntar que el presidente ejecutivo de la empresa, Marc Puig, ciertamente gran empresario, cobro 25,7 millones de euros en 2023, entre sueldo, variables e incentivos, lo que le supuso desbancar por goleada a los grandes ejecutivos del Ibex mejor pagados en España.

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