Incidentes en el Congreso cuando un grupo acreditado usó el espacio de prensa para desestabilizar e insultar a periodistas. Condena de FAPE, APP y APM.
Judith Victoria Cherquis
La Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), junto con la Asociación de Periodistas Parlamentarios (APP) y la Asociación de la Prensa de Madrid (APM), han condenado enérgicamente los incidentes ocurridos recientemente en la sala de prensa del Congreso de los Diputados. Según estas asociaciones, lo sucedido representa un ataque directo a la ética y la responsabilidad profesional que el periodismo exige, especialmente en un entorno tan sensible como el Congreso.
En un comunicado conjunto, la FAPE y la APP expresaron su respaldo a los periodistas parlamentarios afectados, enfatizando la importancia de mantener un ambiente de respeto y profesional en el ejercicio de la labor informativa. “La FAPE respalda el trabajo de los periodistas parlamentarios y lamenta el deplorable episodio protagonizado por una persona acreditada como prensa durante una comparecencia del portavoz del Grupo Parlamentario Socialista, Patxi López”, manifiestan en su comunicado. Este episodio pone en duda los principios de convivencia que permiten a la prensa realizar su función de control y supervisión en una sociedad democrática.
Por su parte, la APP señaló que “el control de la actividad pública por parte de los periodistas es imprescindible en una sociedad democrática, y cualquier acto que obstruya esta labor es un ataque al derecho a la información veraz de la ciudadanía”.
¿Qué sucedió realmente en el Congreso?
El incidente se originó cuando un miembro de un medio acreditado en el Congreso interrumpió una rueda de prensa del portavoz socialista Patxi López, tomando la palabra sin turno y lanzando acusaciones de “bullying” contra el portavoz. Lo que comenzó como una intervención inoportuna, escaló rápidamente con insultos hacia otros periodistas en la sala, a quienes este individuo acusó de “silencio cómplice“.
Cuando se le solicitó que respetara las normas de la sala de prensa y dejara de grabar con el móvil en una zona no autorizada, uno de sus colaboradores arremetió verbalmente contra López llegando a llamarlo “sinvergüenza”. A pesar de los esfuerzos de los periodistas presentes por calmar la situación, el grupo continuó con sus provocaciones y con la grabación no autorizada. La tensión aumentó cuando uno de estos individuos intimidó a una redactora de ABC, cuestionándola sarcásticamente si “le daba miedo”.
Esta serie de incidentes generó una respuesta unánime de rechazo por parte de periodistas de diversos medios, quienes perciben en estas acciones una falta de respeto hacia la profesión y un intento de crear conflicto más que de informar.
El propósito detrás de la provocación
La APM también se sumó a las críticas y denunció los actos de un “grupo exiguo” que parece más interesado en desestabilizar que en informar. En su comunicado, la APM destacó que el ejercicio periodístico en las Cámaras debe desarrollarse dentro de las normas deontológicas de la profesión, y que cualquier intento de boicotear esta labor es un ataque al derecho de la ciudadanía a recibir información veraz.
Este grupo de acreditados parece enfocado en confrontar y provocar. Para ellos, el verdadero periodismo sería el que confronta agresivamente al gobierno violando las normas de convivencia. Sin embargo, la libertad de prensa no solo implica la capacidad de cuestionar al poder, sino también de respetar a los colegas y cumplir las normas básicas de convivencia y profesionalismo. El periodismo no se trata de hacer espectáculo ni de atacar a quienes no comparten la misma agenda.
La responsabilidad de los periodistas frente a la provocación
Este grupo de acreditados en el Congreso (llamarlos periodistas es generoso) parece ofendido porque los profesionales de medios con posturas editoriales diversas entre sí coincidan en algo: el rechazo a sus métodos. Lo que debería hacerlos reflexionar es por qué periodistas de tan diversa línea ideológica (o al menos, línea editorial del medio al que pertenecen) coinciden todos unánimemente en repudiar su comportamiento.
La pregunta esencial es: ¿cuál es su objetivo? ¿Qué haría felices a estos individuos en una sala de prensa del Congreso? Parece que, para ellos, el periodismo debería centrarse en increpar a los miembros del gobierno, formular preguntas cargadas de violencia y, si es posible, transgredir las normas básicas de convivencia y respeto profesional. Y cuanto más agresivo y ruidoso sea el espectáculo, mejor.
Esto no es periodismo. Puede ser propaganda, show… pero no periodismo. En la universidad se enseña a qué se refiere el artículo 20 de la Constitución Española, y no tiene mucho que ver con el episodio vivido días pasados en la sala de prensa del Congreso. Si estas normas no les convencen, existen vías legales y democráticas para promover cambios. Pero hacer espectáculo y atacar a quienes no siguen su misma agenda, solo los descalifica.
La violencia y el insulto son las herramientas de quienes no tienen argumentos. Quienes poseen ideas sólidas utilizan mecanismos distintos, más efectivos y constructivos. Al final, quienes buscan la confrontación gratuita terminan por relegarse solos a los márgenes, lejos de la auténtica labor periodística.