La familia de la tele cae en audiencia pese a los cambios permanentes. Parece que el público dejó atrás el formato heredado de Sálvame y busca otro tipo de entretenimiento.
Judith Victoria Cherquis
El nuevo magacín de TVE, La familia de la tele, sigue perdiendo espectadores desde su estreno el 22 de abril. Lo que empezó con datos moderados terminó convirtiéndose en un lastre para la cadena pública.
En su primera semana, el programa se dividió en dos actos. El 5 de mayo marcó 769.000 espectadores en el primer acto (8,7 % de cuota) y 708.000 en el segundo (9,1 %). Pero al día siguiente, los números bajaron: 765.000 en el primero (8,7 %) y solo 542.000 en el segundo (7,4 %).
El 7 de mayo, con una emisión única, la audiencia cayó hasta los 445.000 (6,2 %). Desde entonces, el desplome fue progresivo, sin lograr mantener el interés frente a otros programas de entretenimiento que, aunque emiten en franjas diferentes, captan la atención de un público similar, como MasterChef o El Hormiguero.
"Que todo cambie para que todo siga igual"
RTVE eliminó la segunda parte del espacio y acortó su duración. Parte del hueco lo cubrieron otros productos como El Cazador Stars y El club de La Promesa.
También cambiaron la dinámica del plató. Ahora solo quedan tres presentadores —Inés Hernand, María Patiño y Aitor Albizua— en una mesa central. Se sumaron más vídeos y se redujo la participación de colaboradores.
Además, introdujeron nuevas secciones como Versión Cayetana, con Cayetana Guillén Cuervo, que recrea escenas conocidas del cine y la televisión. De hecho, la sección Versión Cayetana se estrenó poco después de que Cayetana Guillén Cuervo protagonizara una polémica por filtrar el regreso de Amaia Montero a La Oreja de Van Gogh. Aunque no se ha confirmado oficialmente, parece que RTVE aprovechó ese tirón de viralización de Cayetana en el ambiente del cotilleo.
Un cóctel con todos los ingredientes del género
La fórmula replicó todas las claves del éxito de los programas del corazón. Se lanzaron todos los trucos conocidos del género:
- Peleas internas entre presentadores
- Gente llorando en plató
- Reencuentros incómodos en directo
- Invitados conflictivos con pasado polémico
- Exclusivas sin recorrido ni impacto real
- Puestas en escena con tensión forzada
- Vídeos filtrados fuera de cámara
- Momentos musicales para levantar el ritmo
Pese a este despliegue de recursos, la audiencia no respondió. Las redes tampoco actuaron como altavoz positivo y las críticas se acumularon.
La familia de la Tele podría ser la muestra del cambio de gustos de los espectadores.
La pregunta ahora es si este modelo, con origen directo en Sálvame (e indirecto muchísimo mas atrás en el tiempo), perdió definitivamente el favor del público. ¿Está agotado el formato?
Veamos otros programas similares:
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Fiesta en Telecinco tuvo fluctuaciones. Entre enero y marzo de 2025, promedió un 9,9 % de cuota y 898.000 espectadores. En abril, llegó a un 10,5 %, pero en mayo bajó al 9,6 % y 866.000 espectadores.
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Socialité sufrió una clara caída desde su pico en 2020 (17,5 % de cuota media). Hoy se mueve entre el 7 % y el 9 %, lejos de sus mejores momentos.
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Vamos a ver en Telecinco se consolida como un formato estable. En febrero de 2025 logró su mejor cuota mensual y lideró su franja durante meses.
Un intento de repetir el fenómeno Sálvame sin éxito
Sálvame se despidió el 23 de junio de 2023 con una media del 15% de cuota de pantalla en su última emisión. Cerró como líder en su franja en Telecinco, con más de un millón de espectadores. Incluso en su último mes, Sálvame Naranja promedió un 13%, cifras hoy inalcanzables para su heredera espiritual en RTVE.
En cambio, La familia de la tele, que recoge parte del equipo y espíritu de Sálvame, apenas supera el 9%, con caídas hasta el 6% en algunos tramos. El contraste es claro.
El formato ha mermado notablemente en cantidad de propuestas a lo largo del tiempo. Ya no domina la programación como antes. Pocas cadenas lo sostienen con fuerza, y las que lo hacen tuvieron que reinventarlo o adaptarlo.
¿Será que cuando terminó Sálvame, el público cerró ese capítulo? ¿Pasó página, cansado de los mismos códigos de espectáculo, lágrimas, conflictos y tensiones? Los datos indican que sí. Ni la nostalgia ni la repetición de fórmulas funcionaron. Quizás el cierre de Sálvame no solo fue el fin de un programa, sino el cierre simbólico de toda una era televisiva.
Qué mira la gente ahora en abierto
Desde que aparecieron las plataformas y el consumo televisivo se mudó al streaming, los analistas supimos que la televisión en abierto quedaría destinada a los telediarios, programas de actualidad en vivo y deporte en directo. Es decir, a lo que no se puede ficcionar o no debería intentarse.
Parece que ése es el camino, pero aún sobreviven formatos híbridos que combinan entrevista con entretenimiento, humor y concursos para captar audiencia como El Hormiguero, La Revuelta, La Ruleta de la Suerte o Pasapalabra. Los dos primeros con entrevistas en plató pero sin la pátina desgarradora de los programas de prensa rosa.
De hecho, hablando de programas de concursos, TVE, rescató El Cazador que ya había pasado a degüello, para completar la grilla cuando eliminó la segunda parte de La familia de la tele.
Finale
RTVE apostó por una fórmula que ya había dado señales de agotamiento. La familia de la tele no solo no recuperó el espíritu de Sálvame, sino que expuso su desgaste definitivo. Aunque se retocó una y otra vez, el resultado fue el mismo: una desconexión evidente con el público. Y cuando eso pasa, ni la nostalgia alcanza para salvar el formato.