Rosa Costa
La entrada del gobierno con un 10% del accionariado garantiza la españolidad de Telefónica y vuelve a salvar a Álvarez-Pallete de su presunto cese, que no está claro.
La apuesta de Pallete por Sánchez, ayudándole en la operación Prisa y colocando en el consejo a protegidos de Sánchez como Carlos Ocaña, coautor del libro del presidente, y manteniendo a Javier de Paz, uno de los gurús de Sánchez, aunque su influencia ha disminuido desde el fallecimiento de Miguel Barroso, refuerza esta percepción.
Sin embargo, Álvarez-Pallete teme que no controla el tiempo que le queda a este gobierno. Con la SEPI dentro y los desaires constantes al partido de la oposición, ve que su permanencia en la presidencia de la compañía podría estar llegando a su fin. A pesar de esto, Pallete planea una gran fiesta-convención con más de 800 invitados de todo el mundo.
Con la SEPI en el consejo, sería adecuado que hiciera públicos los millones utilizados en campañas de publicidad en medios para controlar las informaciones que aparecen. Sin embargo, algunos grandes medios siguen destacando la mala gestión de Pallete.
Mientras dedica sus mañanas a correr con colaboradores, ahora tendrá que esforzarse en dominar las relaciones públicas para ejercer de anfitrión en el evento del año. En este contexto, surgen interrogantes sobre el futuro de la compañía y su liderazgo, especialmente en un entorno político y económico tan volátil. El desafío no solo radica en mantener la estabilidad interna, sino también en gestionar las expectativas de los accionistas y los mercados.
Con una dirección en constante escrutinio, cualquier movimiento en falso podría ser costoso. Las tensiones entre la dirección de Telefónica y las fuerzas políticas no hacen sino aumentar la presión sobre Pallete. El resultado de estas dinámicas podría definir el rumbo de la empresa en los próximos meses, marcando un antes y un después en su historia corporativa.