José Justo
Ignacio Sánchez–Galán, presidente de Iberdrola, reconocido como uno de los directivos más ególatras del Ibex, se ha disparado un certero tiro al pie en el ataque a Repsol, su última gran operación de soberbia.
Todo empezó cuando Iberdrola reclamó ante la Asociación para la Autorregulación de la Comunicación Comercial, más conocida como Autocontrol, por lo que consideraba publicidad engañosa de Repsol, sobre sus combustibles 100% renovables. El tiro le salió a Sánchez–Galán por la culata porque Repsol, precisamente, antes de iniciar su campaña, había sometido los textos a consulta de la propia Autocontrol y había recibido un dictamen totalmente positivo.
En revancha a este inesperado contratiempo, Iberdrola presentó su enfado, en forma de denuncia por competencia desleal y publicidad engañosa, en el Juzgado de lo Mercantil número 2 de Santander. Y por el camino, dos asociaciones de consumidores y usuarios y Greenpeace han presentado denuncias contra la empresa liderada por Antonio Brufau i Josu Jon Imaz ante la Dirección General de Consumo, en unas maniobras donde muchos observadores ven claramente la larga mano de Sánchez–Galán.
Pero el varapalo definitivo le ha llegado a Sánchez–Galán en su propia casa, de la mano de sus socios, nada menos que los dos fondos, BlackRock y el fondo soberano de Noruega, Norges, con participaciones muy destacadas en Iberdrola y a la vez en Repsol. Larry Fink, el Ceo de BlackRock, pidió por carta pública abandonar los dogmatismos climáticos antes de la reciente Junta de Accionistas de Iberdrola, lo que contenía una desautorización solemne a las maniobras mequetrefes de Sánchez–Galán.
Las pifias de todo nivel avanzan alrededor de la Iberdrola de Sánchez–Galán cada vez a mayor velocidad. La última, el ciberataque sufrido entre el 5 y 7 de mayo, que ha supuesto que datos de 850.000 clientes puedan estar ya a la venta en Internet. La propia Iberdrola ha reconocido que estos datos afectan al nombre y apellidos, DNI y datos de contacto, pero fuentes conocedoras de este tipo de ciberataques apuntan que, en el desastre, también se habrían podido filtrar datos financieros, principalmente cuentas corrientes.
Del desparpajo sobrado y la altivez desmedida de Sánchez-Galán dan cuenta los cenáculos madrileños que aún recuerdan cuando en una intervención televisiva calificó directa y llanamente de “tontos” a todos los clientes con la tarifa eléctrica regulada, más de un millón de hogares españoles en aquel momento.
Sánchez-Galán mientras goza de su latifundio en la Cobacha de los Castellanos, en la Sierra de San Pedro, con 2.000 hectáreas de caza y cría de cerdos, en Badajoz, y en otra en Fuenterroble, cerca de Ciudad Rodrigo, donde frecuentemente ha reunido a la jet set social, incluso a la realeza, debería reflexionar dónde disparar sus próximos tiros.
En muchos círculos de Madrid se empieza ya a cuestionar que, en paralelo a sus logros de imagen y boatos, muy bien pagados, grandes discursos aparte, Iberdrola vaya perdiendo clientes y decline su negocio.
