Ángel Zamarriego
La violencia digital contra mujeres periodistas es una grave amenaza que vulnera su libertad de expresión y seguridad. Es necesario implementar normativas efectivas para poner fin al anonimato de los agresores y garantizar la protección de las comunicadoras en línea.
La violencia digital contra mujeres periodistas es un problema alarmante que afecta su libertad de expresión, su salud y su seguridad en todo el mundo. Por ello, es imperativo que los gobiernos y los poderes legislativos actúen con urgencia para implementar normas claras y efectivas que pongan fin al anonimato de los agresores y acaben con la impunidad de este delito.
Según un estudio realizado por la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género en el 67 periodo de sesiones de la Comisión Jurídica y Social de la Mujer de Naciones Unidas, el 64% de las mujeres periodistas han sufrido acoso en línea. Además, el 66% de los casos de violencia digital registrados en redes sociales contra comunicadoras son por razones de género.
Los impactos de esta violencia son devastadores: el 63% de las mujeres periodistas que han sufrido violencia digital experimentaron daño psicológico, como ansiedad o estrés. Sin embargo, la gran mayoría de estos ataques quedan impunes. Solo la mitad de las víctimas denunciaron el abuso, y en dos de cada tres casos, no se tomaron medidas.
La presidenta del Consejo de Género de la Federación Internacional de Periodistas instó a los gobiernos a ratificar el Convenio C190 de la OIT sobre el acoso y la violencia laboral, y a impulsar protocolos de actuación para los cuerpos de seguridad. Es fundamental que la normativa sea clara y que los agresores sean denunciados, perseguidos y sancionados.
Una encuesta realizada por la FIP en 2022 reveló que dos tercios de las personas consultadas consideraban que el acoso en línea no era una prioridad para los medios de comunicación. Esto deja a muchas mujeres periodistas, especialmente las independientes, vulnerables al abuso en línea. La violencia en línea también tiene un impacto en la autocensura, afectando al 38% de las comunicadoras que la experimentan. El 8% de estos llega incluso a perder su empleo como resultado de este acoso.
